Condiciones: Óptimas. Buena señalización (excesiva en el primer tramo) y buen estado de conservación. Mucha atención en la bajada desde Laderones a Molino de Viento, por pendiente casi vertical, rocas resbaladizas (suelo mojado) y piedra suelta en el zigzag (suelo seco).
Aconsejamos realizar este camino en la dirección señalada debido a que la bajada por la Hoya del Salitre, puede resultar incómoda o sufrida, si nos pilla el sol del mediodía y/o de la tarde, podríamos tener dificultades por la excesiva insolación (La Hoya está orientada hacia Poniente).
Esta ruta se inicia en la carretera C-812 en dirección a Mogán, en el núcleo de El Cercado. Tras cruzar un grupo de casas y fincas por un camino asfaltado, se continúa por una pista de tierra, hasta el comienzo del sendero (mojón indicativo). Ascendemos en zigzag por la Hoya del Salitre. Es un tramo algo pedregoso en el que vamos cruzando varios barranquillos en dirección hacia el Lomo de las Puntas. Pasamos por la Cañada de los Parados para subir hasta el Llano de los Revolcadores, en el que el sendero está marcado por mojones. «Rampeamos» un buen rato en suave pendiente, acompañados por impresionantes ejemplares de Tabaiba dulce. Pasando por el Puntón de Las Leñas Buenas que destaca en el escarpe sobre el valle de Mogán, continuamos por la margen oeste de la rampa de Tauro, hasta llegar a un cruce en el que se halla un pequeño redil (muro de piedras circular), que marca la bajada por el paso de Laderones. Hacia arriba, accedemos al cruce que desde los Llanos del Guirre nos conecta con el sendero a la Degollada de las Lapas, al N o con el que se dirige a los Llanos de Gamona, por las Charcas de Taurito, al E.
Desde el redil, se desciende en pendiente acusada por un sendero empedrado. Luego se llanea un poco por el andén, para volver a bajar en zigzag (atención al esfuerzo sobre las rodillas y los pies). Finaliza el sendero en una pista de tierra (mojón indicativo) que conecta con un tramo asfaltado (500 m aprox.), por el que se accede a diferentes fincas y a la carretera C-812 , en el núcleo de Molino de Viento.
Interpretación:
La ruta recorre la parte media-baja de la vertiente W de la rampa de Tauro partiendo de la Hoya del Salitre; un barranquillo que se excava seccionando la cima amesetada de esta vertiente, a partir del Puntón de las Leñas Buenas, donde toma el nombre de Cañada de Las Puntas, en dos interfluvios: el Llano de la Cáscara y el Lomo de los Revolcadores por el que ascenderemos. A pesar de la pendiente, el ascenso se hace ameno gracias a la abundancia de vegetación, también tipo Cardonal-Tabaibal.
Además de tabaibas y taginastes, abundan mucho Romeros marinos, Damitas, Botones y Mato riscos. Cuando alcanzamos el Lomo de los Revolcadores el paisaje cambia. El topónimo hace referencia al antiguo uso de revolcadero de bestias, por ser un sitio llano sin vegetación (M. Trapero, 1999). Y efectivamente, el elemento que abunda es la laja suelta (fonolita), presente en toda la Rampa y en ocasiones, apiladas en torretas. Aprovechando para descansar, podemos asomarnos al E y ver el Bco. de Taurito. A partir de aquí el camino se hace más llevadero, con un ascenso suave hacia el Guirre. En el camino, podemos ver algunos pinos sueltos, testigos de la degradación del pinar y comunidades de Tabaibas dulces. Antiguamente a la leche de las tabaibas (látex) se le daba un uso terapéutico. Se hacía un corte en uno de los troncos y se colocaba un recipiente debajo para recoger el látex. Varios días después se recogía, con la pasta endurecida, lista para masticar y favorecer una mejor higiene bucal.
A medida que nos acerquemos al cruce de caminos en la zona del Guirre, observaremos mayor presencia de arbustillos, destacando la Artemisa ramosa con su intenso aroma parecido al incienso, propia de las laderas secas. Hacia Mogán se asoman los impresionantes riscos de esta zona: el Puntón de la Leñas Buenas, el Puntón del Guirre. (El nombre de Guirre, muy usado en esta vertiente de la rampa, hace referencia a la presencia de estas rapaces, hoy extintas en la zona). De la antigüedad de estos escarpes, son testigos las grandes fracturas existentes en su rocas, con formas caprichosas, que parecen esperar sólo viento o lluvias fuertes para caer al vacío.
Llegados a la encrucijada podemos otear el Paso de Laderones (el sufijo aumentativo de «laderones», nos da cuenta de las grandes proporciones de este escarpe). El andén descubierto por la erosión que nos sirve de sendero, permite observar algunos ejemplares de sabinas colgadas en el risco. Hacia abajo zigzagueamos por el gigantesco talud tapizado de derrubios en dirección hacia el Molino que da nombre al caserío. Debemos comenzar con mucho cuidado el descenso (atención, puede ser peligroso). Al llegar abajo, la satisfacción que nos produce superar una pendiente casi vertical, compensa el esfuerzo. Una vez finalizado el camino, podemos descansar en el Molino (valor histórico-etnográfico). Fue reconstruido tras un incendio acaecido a finales del siglo XIX y actualmente, además de su uso propio (molienda del grano), tiene valor como recurso etnográfico y punto de información y puede ser visitado.