R2

Los Azulejos - Los Quemados

Condiciones: Óptimas. Buena señalización y buen estado de conservación. Atención a los mojones al cruzar los barranquillos. Cuidado al inicio del camino en los primeros metros de subida, por pendiente acusada y tierra suelta.

Características

6,68 km

Distancia

3:30h

Duración

Moderado-Alto

Esfuerzo

Descripción

Tramo A: Azulejos-Llanos de Ojeda:

El punto de acceso se encuentra en la margen derecha de la carretera C-819, desde Mogán a La Aldea, en un entrante (los Azujelos), en el que hay un mojón indicativo. Comienza el sendero ascendiendo en zigzag desde este punto, encontrándonos al paso grandes piedras, con el barranco de Ojeda a la izquierda. Siempre en ascenso, llegamos a las Charcas de las Aneas. Desde allí subimos hasta el Llano de la Bruma, zona de menor pendiente. El sendero, marcado con mojones, se desvía hacia la izquierda del Bco. de los Palos, hasta conectar con la pista que se dirige hacia el Aula de Inagua.

 

Tramo B: Llanos de Ojeda-Roque de Veneguera:

Caminamos por la pista hacia el E, en dirección contraria al Aula de Inagua, rodeando la cabecera del barranquillo de los Palos, hasta alcanzar los Llanos de Ojeda. Atravesamos por estos siguiendo con atención los mojones que señalan a un pino viejo (el Pino de la Orilla), que indica el comienzo del sendero de bajada, cubierto de vegetación. Descendemos suavemente hacia el Lomo de Los Quemados, donde se aprecian algunos caideros importantes, cruzando algunos barranquillos con llanos y pendientes. Se puede distinguir el Aula de Inagua, a la derecha, así como otra vista de los Azulejos y de la ruta 1. Aunque la pendiente no es muy acusada, en algunos momentos aumenta y es salvada por el zigzag del camino. Llegamos al Roque de Veneguera, que bordeamos, para finalizar el trayecto, en la carretera C-819 (Mogán-La Aldea) donde se encuentra la el mojón indicativo.

 

Interpretación:

Esta ruta accede por los barranquillos que forman parte de la cabecera del Valle de Veneguera, al borde SW del Macizo de Inagua-Ojeda-Pajonales. Se trata de un conjunto montañoso antiguo, mio-pliocénico (traquitas, fonolitas y basaltos), muy erosionado y culminado por una crestería o cordillera en dirección E-W, formada por varios morros o montañas entre los que destacan el Morro de Pajonales, la Mtña. de Alsándara o Sándara, (punto culminante, 1583 m), y la montañas de Ojeda e Inagua.

 Destacan  las vistosas y coloridas rocas conocidas por «Los Azulejos» que se encuentran en esta zona de la isla (Risco de las Tederas y barranquillos de los Palos y del Salobre), en mayor cantidad. En realidad se las puede ver también en otros lugares, definiendo el borde de la antigua Caldera* de Tejeda (W de Gran Canaria), originada por el hundimiento del techo del primer edificio volcánico insular y que posteriormente fue rellenada y reexcavada por otros episodios constructivos y erosivos respectivamente. El colorido variado de estas rocas se debe a alteraciones hidrotermales por contacto con agua y enfriamiento brusco de tobas volcánicas* produciéndose la vitrificación en distintos colores. De ahí el nombre (M. Trapero, 1999) por semejanza, de «azulejos» (ladrillos vidriados de varios colores).

Tras un ascenso corto, pero de elevada pendiente, podemos descansar en una zona muy pulida por el agua donde se forman charcos (Charco de «Las Aneas»* y «Charco Azul», bastante profundo). Son testigos de la erosión por escorrentía del Macizo y de la torrencialidad de las aguas, aunque sean esporádicas. Otro signo de la fuerte erosión que experimenta esta zona son las pequeñas cuevas (taffonis) que se forman en las rocas por la acción del viento. Hasta llegar al llano de la Bruma, podemos ver especies vegetales que han sustituido al pinar (jaras, jarones, tomillos, taginastes, tabaibas, etc.), allí donde ha sido sobreexplotado. Una vez aquí, encontramos una buena formación de escobones, que preceden a la posterior recolonización del Pinar.

Ascendemos hacia los Llanos de Ojeda, observando los primeros pinos. Son individuos viejos, centenarios de gran porte y de copa achaparrada, que han perdido la copa cónica propia de los pinos jóvenes. El Pinar de Inagua, Ojeda y Pajonales es un pinar seco o de exposición Sur. Sus ejemplares se encuentran dispersos y el sotobosque es prácticamente inexistente, a la inversa que en el Pinar de Tamadaba, de exposición Norte. En general, este pinar se encuentra en buen estado de conservación, debido a que se encuentra protegido por Ley desde 1972 (Refugio Natural de Caza). En 1994 se ampliaron sus límites hasta que se declaró todo el espacio como Reserva Natural Integral, (Ley 12/1994 de Espacios Naturales Protegidos) permitiendo sólo su uso científico y, excepcionalmente, educativo. (Esta ruta no está dentro de la zona protegida, pasa sólo por el límite).  Los criterios de protección valorados son la conservación del Pinar y de la fauna que en él habita, especialmente los pájaros Picapinos y Pinzón Azul.Identificamos siempre Inagua con el Pinar natural. En realidad, en otros tiempos era explotado para la obtención de madera, carbón, obtención de brea o pez, para el calafateado de los barcos, recogida de pinocha para cama del ganado, etc. Todos estos productos se cargaban en bestias (burros, caballos, mulos), a través de los senderos y veredas por los que hoy disfrutamos del paisaje. Esto nos hace pensar en la dureza y el sufrimiento del «trabajo de antes» con el que la población local subsistía, junto con las labores agrícolas y el pastoreo.

Dejamos los Llanos de Ojeda, y comenzamos el descenso hacia el Roque de Veneguera, por la zona de Los Quemados y el Lomo de La Palma. A medida que descendemos van desapareciendo los pinos en favor del matorral propio del Cardonal-Tabaibal. Además de una preciosa vista de la rampa de Tabaibales y Veneguera, podemos distinguir perfectamente el dique que cruza el barranco y del que forma parte el Roque, llamado así por parecer un monolito característico aislado, sólo que en este caso se trata de uno de los restos, de gran envergadura, del dique que ha resistido mejor a la erosión, quedando en resalte. Al pasar junto a él vemos que está colonizado por vegetación rupícola, cerrajas en su mayoría.

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